jueves, 27 de marzo de 2008

302. “La violencia engendra la violencia” (Moroni).

303. Entrando a Cordoba Capital, el negro Salt-, que no conocía otra cosa que Ramos y Palomar, estaba chocho. No paraba de gritarle a la gente "Eh! Cordobés!" con un tono que sugería a la vez insulto y admiración por el gentilicio. Un espectáculo.

304. El "baño" del micro de TPM, al fondo a la izquierda. Un asco. Esos asientos no servían ni para piso de gallinero. Meados profundamente, el olor era repugnante. Difícilmente los hayan cambiado. La extracción de la orina de la cabina del micro consistía en revolear por la última ventanilla las bolsas o botellas con el dorado líquido, de preferencia utilizando como blanco algún otro vehículo.
Sin embargo algunos asientos del Pájaro Madrugador, gracias a sus mecanismos tan desgastados, tenían la virtud de convertirse en confortables camas con respaldos a 180 grados, que reíte de la Classe Affaires de Air France...

305. ¡¿A quién se le ocurre bautizar “Ñandux” a un avión?!. El nombre refiere a un animal que NO VUELA y demuestra la liviandad -término oportuno para evocar “Diseño y Proyecto de Aviones”- con la que los alumnos se tomaban el trabajo. Podrían haber elegido “Gallinux”, que por lo menos te remonta unos metros (salvo las de Núñez, claro...).

306. También el Cine Helios en Ciudad Jardín nos convocaba, pero los sábados en doble trasnoche, cuando no había bailes en AFALP o el Tiro (SITAS, para los más modernosos: Società Italiana de Tiro a Segno). No era tan “porno” como el Ciudadela sino que ofrecía algún mix de spaghetti western con un Drácula clase B o esas de artes marciales y realismo mágico chinas, con tipos que volaban treinta metros para dar una patada. Unos bodrios infernales. Pero con tal de justificar una salida de sábado a la noche el Helios se llenaba.

307. No se olviden de Fontan---(y su chaleco).

308. Primera noche a bailar. Teníamos entrada para Grisú y allá fuimos. Una consumición gratis per cápita. Gancia con vodka para mí. De inmediato, a ver si todavía no me ponía en pedo. Nos compramos a medias con Ménend-- uno que era 50% vodka y 50% whisky. Una mierda. Al tener que dejarle la mitad a Daniel, la de arriba me la mandé como si fuera un Gatorade. Grisú hasta cambió de color para mí.
Deambulando con Garita vimos unas minas, dos hermanas chilenas, de las cuales una era más grande y salía del target, y una yanqui, que estaba de intercambio estudiantil en Chile en la casa de las otras. Más que deshinibido, diría afanosamente verborrágico y con la sonrisa clavada típica de mis pedos, las encaré con algún balbuceo. Y allí estábamos con Garita bailando a nivel internacional temas como La Gente del Futuro, Marinero Bengalí y demás éxitos post Malvinas. Se iban al otro día de vuelta a Chile, por lo que la inversión en lengua y saliva no dio dividendos.

Raúl

309. Otra poronga que hacíamos en Taller era el posamacetas de soldadura. Pero la morsa de banco sigue prestando servicios aún hoy. ¿Y hay alguien que NO tenga el banquito? Yo le debo haber cambiado la tabla superior unas 4 veces, y sigue como si fuese el año 77.

Hernán

No hay comentarios: